Por amor propio…

Cuánto somos capaces de hacer por amor, por los demás… pero cuánto suele costarnos hacer cosas por nosotros mismos, por amor propio.

Amarse a uno mismo en estos días de profunda vorágine es casi una utopía.

Así que imaginaros: Quien decide guardar tiempo para sí, sin compartirlo con su trabajo, familia o amigos es casi considerado una rareza. ¿Y cómo puede ser así? ¿No consideras que en lo más profundo de ti, donde el alma reside, podrías reencontrarte con esa paz, esa frecuencia de amor que te tranquilizaría y te haría volver a ver las cosas importantes de tu mundo con mayor perspectiva?

Pues según va el mundo, parece que no. Preferimos unirnos a las ingentes hordas de compradores compulsivos que llenan sus bolsas de más y más compras (y ahora con rebajas incluídas no me lo quiero ni imaginar).

Algunas personas hace tiempo que se volvieron un poco tarumba, pero, de verdad ¿tú quieres seguir su camino?

Yo personalmente hace mucho que decidí que el hecho de gastar por gastar era un hábito que sólo me llenaba de vacío. Nunca entendí del todo de dónde venía ese hábito consumista que arrasaba por doquier entre mis amistades, pero claramente en mi casa era algo que no se veía. En mi familia jamás el ir a pasear al centro comercial fue un plan de diversión sino más bien una obligación prácticamente anual para reponer lo que ya no sirviese.

Lo cierto es que últimamente ando horrorizada con esto: Mi pareja y padre de mi hijo, parece ser el máximo exponente de una sociedad gustosamente anidada en el gastar sin sentido y sólo disfruta de salir de casa para visitar tiendas. No concibe pasear por el campo, la playa o el vecindario charlando mientras movemos un poco el esqueleto, como tampoco concibe salir a bailar o divertirse para sencillamente llenar su vida de recuerdos felices.

Y este post es por amor. Por amor propio.

Porque aunque quisiera que todo el mundo se hubiese encontrado hace tiempo y resonase con sus necesidades y sus deseos, todos sabemos que el mundo hiper acelerado de hoy en día no nos lo pone fácil. Hay que dejar de lado las necesidades superfluas y ver qué es lo que realmente nos apetece (qué es lo que realmente echaremos de menos no haber tenido) y qué es lo que verdaderamente nos traerá alegría, hoy y en el futuro.

Hay que darse un poco a la introspección, buscar nuestro camino y alegrarnos de vivirlo, tal y como nos salga, mejor o peor, pero con alegría.

¿Para qué queremos nuestro dinero más que para hacer posibles nuestros sueños? Decía mi abuela que «El que no ahorra una peseta cuando puede no gasta un duro cuando quiere», para mí eso se traslada ahora a «quien se gasta el sueldo en chucherías, no tiene para las cosas importantes, para los sueños«.

El famoso ejercicio de llenar el bote primero de piedras grandes, después echar la arena y finalmente el agua que será capaz de filtrarse entre todo ello, es una muestra eficaz sobre la importancia de saber priorizar: decidir cuáles son las cosas verdaderamente importantes en nuestras vidas, decidiendo así sobre nuestro tiempo, nuestra energía y nuestra economía personales.

Así que por favor, no malgastemos el tiempo y la vida enajenándonos con nimiedades, decide qué es lo que quieres, decide cómo quieres vivir y ve a por ello.

Formula tus frases mágicas que te mantengan en el positivo, llevándote constantemente hacia esa vida plena que ya te has ocupado de imaginar y que sabes que será sin duda tu lugar feliz. 🙂

Empieza a vivirlo hoy. Sé esa persona que deseas ser. No dejes que nada ni nadie se interponga en tu camino.

Ten una vida llena de propósitos maravillosos. Mantente fiel a ellos y sé la mejor versión de ti mismo.

Y si quieres hacernos partícipes de ellos, ¡NOS ENCANTARÁ CONOCERTE!